Mi vida no es un WhatsApp

domingo, 16 de junio de 2013

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Hoy recupero un post que no llegué a publicar en su momento, y que a raiz de encontrar ésta canción me he decidido a recuperar. Data de Octubre de 2012, en pleno periodo de crisis conyugal, y denota cierta ira por los problemas que tuve con distinta gente por aquello de las notificaciones del WhatsApp.

Y es que el dichoso invento me trae mas de un quebradero de cabeza, y no solo a mí, por la cosa de que si los mensajes llegan, no llegan, son leídos, o no son leídos. Y eso que yo no tengo un teléfono ultramoderno, mi WhatsApp está en la tableta que me compré el año pasado, y que sólo enchufo de vez en cuando. Así que no me quiero ni imaginar lo que sería estar todo el día con un teléfono que cada dos minutos esta ring ring ring porque llegan mensajes de uno o de otro.

Lo que está claro, es que un chat no es el mejor medio para mandar mensajes importantes, por muy "gratis" que salga. Y desde luego, ese aparato no tiene ninguna manera de certificar que yo he leído un mensaje. Ese aparatito, en todo caso, puede decir si tengo la aplicación abierta, o no, y si el mensaje a llegado a mi teléfono, pero nunca si lo he leído o no.

La tecnología esta bien, pero que la gente llegue a utilizar éstos cacharros para controlar a las personas a mi me parece excesivo. De momento, sigo sin tener intención de cambiar de teléfono, y si lo hago, lo mas seguro es que no utilice éste tipo de aplicaciones porque, a mi al menos, no me termina de convencer que haya personal que se empeñe en controlar mi vida de ésta manera.


Ocho meses después he de decir que sigo sin haber cambiado de teléfono y, además, sin intención de hacerlo, aunque eso si, parece que ya todo el mundo se ha acostumbrado a que no haga ni puto caso a la aplicación cuando me mandan un mensaje y responda cuando encuentre el momento adecuado (que normalmente no es cuando me acaban de escribir. Lo siento, soy así...

Viaje de regreso

jueves, 13 de junio de 2013

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Después del fantástico fin de semana, me he vuelto a Portbou por un par de asuntillos. El primero es que tenía un turno que hacer, y he preferido venir a hacerlo (aunque podría haber pedido un día de asuntos propios) porque, en estos momentos, me dispongo a chuparme ochocientos kilómetros con el escarabajo. Después de un año y medio fuera de casa, creo que ha llegado el momento de que regrese a casa para poder ponerlo a punto en condiciones antes de que me dé algún susto importante por aquí.

Además, así puedo aprovechar para llevarlo a la boda de mi hermana, que se casa el mes que viene, y sé que le hace especial gracia tenerlo allí aparcado (porque no es una boda muy "convencional"... ya os contaré). Así que, ¡carretera y manta!

Son las once menos cuarto de la mañana del trece de Junio, hace un fabuloso día de verano con calor y cielo despejado, y en Playa de Garbet tenemos veintiséis grados. Nos vamos.

Entretenido fin de semana

lunes, 10 de junio de 2013

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El fin de semana ha pasado rápido y casi sin tiempo libre porque, aunque no lo tenía planeado, aprovechando mi estancia en Madrid me apunté al Jarama Vintage Festival, un evento "revival" en el Circuito del Jarama al que se podía acudir con coche clásico. Este año se celebraba la tercera edición (ya había acudido a la primera) y la verdad que el ambiente durante todo el fin de semana fue genial, habiendo mas gente incluso el domingo que el sábado (contra todo pronóstico dado el empeoramiento del tiempo).

Para la jornada del sábado opté por llevarme mi querida Siata, que se pegó un buen viaje, ya que desde mi casa hasta el circuito hay casi cien kilómetros, y entre ida, vuelta y paseos varios os podéis figurar que al final fue bastante agotador.

Diego a los mandos de mi pequeña furgoneta, junto a los autobuses históricos de la EMT de Madrid
Una vez allí, me encontré con mis amigos Javi e Iñaki, que fueron con el 2CV de éste último, y Diego con su novio Jorge que fueron con el flamante 124 de Diego del que creo que ya publiqué alguna foto tiempo atrás. Como fui el último en llegar (para no perder la costumbre, aunque también hay que decir en mi defensa que no solo venía de mas lejos sino que también llevaba el vehículo mas lento) ya ellos me informaron de todo lo que había y de la salida a pista a la que me podía apuntar, como así hice.

Ya sabéis que si no hago fotos me muero. Así que aprovechamos para cascarle unas cuantas a nuestros bólidos juntitos
Así que, marajeta o no, llegada la hora me dispuse a dar unas cuantas vueltas al circuito con mi fabuloso bólido. Dudo mucho que en alguna ocasión anterior una Siata haya "corrido" por el circuito (por llamar correr a los escasos 90-100 km/h que pude cojer en la recta), que no es ni mas ni menos que la misma velocidad a la que suelo circular por la autovía. Además, que aunque pudiese coger mas, no iba a "fundir" a la pobre furgoneta porque tampoco se lo merece.

El último de la fila, con la recta del circuito despejada para mi
Lo cierto es que no adelanté a ningún otro coche, todos me adelantaron a mi sin excepción, ¡hasta el Safety Car me dobló!

Por su parte, la jornada del Domingo fuí con el 124, al que he restringido bastante las salidad y excursiones en aras de su buena conservación (además de una mala experiencia que en algún momento contaré). En esta ocasión fuí con mi amigo Marcos y nuevamente Diego se unió con su "hermano" 124.

Pero el plato fuerte del domingo, para mí, era acompañar en su retorno a cocheras a la pareja de autobuses históricos de la EMT, a los que pude fotografiar a placer por la carretera mientras Marcos conducía, y con los que disfrutamos todos como enanos durante su estancia en el Jarama (con paseos por el circuito includo, con los buses hasta arriba de gente).

Mientras Marcos conducía el 124, desde el asiento trasero yo fotografiaba los buses de la EMT por la A1
Y así terminó un fin de semana fabuloso y digno de repetición. Buenas máquinas, buena compañía, buenas fotos... Sólo faltó ligar.

Un triste aniversario

viernes, 7 de junio de 2013

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Recientemente se ha cumplido el décimo aniversario de un tristemente famoso accidente ferroviario, el de Chinchilla, localidad de Albacete donde chocaron frontalmente un Talgo Pendular Madrid-Cartagena y un tren de mercancías.

Foto del periódico "La Verdad de Murcia"
Como muchos recordaréis, se trata de uno de los accidentes ferroviarios mas graves de los ocurridos en éste país, con un triste balance de diecinueve fallecidos y cuarenta heridos. Entre los fallecidos se encuentran cinco ferroviarios, el maquinista, el mecánico y el interventor del Talgo, y los dos maquinistas del tren de mercancías.

Pero, además, éste accidente está enmarcado en una nefasta época que duró al menos un par de años en que raro era el mes en que no había algún que otro susto de muy variado carácter. Meses antes de esta catástrofe, otro Talgo Madrid-Cartagena descarrilaba a muy pocos kilómetros de allí, en Tobarra, mientras que poco después en Hellín otro Talgo de idéntico recorrido arrolló un coche en un paso a nivel falleciendo todos sus ocupantes. También chocaron frontalmente dos Talgo Madrid-Coruña y su inverso en Zamora, y en la provincia de León un Talgo Gijón-Madrid-Alicante descarriló en Santas Martas, poco después otro similar lo hizo (con bastante mas virulencia y gravedad) en Torneros, y un Diurno en Villada. Y todo ésto sin contar con un sinfín de descarrilamientos varios y arrollamientos en pasos a nivel.

Si ya un hecho de éstas características te marca, podéis figuraros cuánto pudo marcarme a mí porque apenas llevaba trabajando dos meses como mecánico en ruta de trenes Talgo cuando ocurrió este desgraciado accidente. De hecho, mi turno estaba grafiado siete días detrás del chico que murió en éste accidente, es decir, una semana.

Aquella noche yo me encontraba viajando a Barcelona en el Trenhotel desde Madrid, cuando empezaron a llamarme muchísimas personas preguntándome dónde estaba y si me había enterado del accidente. Yo evidentemente no tenía conocimiento de lo que había pasado, pero lo poco que pude mirar a través del "WAP" del teléfono móvil no pintaba nada bien. No fue hasta que llegué a Barcelona, donde pude comprar el periódico, cuando realmente fui consciente de la magnitud de la tragedia

Sirvan estas líneas pues, para homenajear a aquellos ferroviarios que perdieron la vida en este triste suceso. Es Viernes, siete de Junio, en Casarrubios tenemos catorce grados y el cielo está despejado.

Un coche muy poco gay

miércoles, 5 de junio de 2013

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Os debo (por decirlo de alguna manera) uno (o varios) post sobre la actualidad del parque automovilístico del menda lerenda, y en el día de hoy os quiero presentar una de las últimas incorporaciones llegadas de pura casualidad (como siempre). Bien es cierto que llevo trabajando para ponerlo a punto desde el mes de octubre, pero no lo he presentado con anterioridad porque quería "presentarlo" oficialmente para la boda de mi hermana (si, tengo una hermana y, si, se casa) que es dentro de apenas un mes. El caso es que con las apreturas económicas de los últimos tiempos, me va a resultar bastante complejo tenerlo a punto para dentro de un mes, por lo que he desechado la idea (además de que no pega mucho para el tinglado que mi hermana tiene previsto).

El caso es que un conocido aficionado, investigador y divulgador del mundo ferroviario me escribió hace casi un año para ofrecerme quedarme con su coche, ya que no podía seguir haciéndose cargo de él. El vehículo en cuestión estaba guardado en un garaje de Barcelona desde hacía al menos ocho o nueve años. Así que ésto fue lo que nos encontramos Miguel y yo el día que fuimos a verlo.


Se trata de un fabuloso Seat 1500 familiar del año 1965, que siempre había sido de la familia de su propietario, y que cuenta con sesenta y tres mil kilómetros reales. La verdad que tenía muy buen aspecto para llevar allí tanto tiempo, salvo por las cosas lógicas de un coche que lleva ocho años parado. Realmente su punto "flaco" es la tapicería, moqueta, etc... que claramente necesitan una renovación integral. Por lo demás parecía (y así esta siendo) un proyecto asequible.

Después de vaya a saber usted cuantos años, el 7 de Octubre volvió a ver la luz tras sacarlo de la cuarta planta de un garaje subterráneo. 
Después del traslado en remolque hasta Figueres, donde lo tengo guardado en un garaje, ha ido sufriendo un proceso sencillo aunque bastante lento por falta de presupuesto. Los primeros días fueron de limpieza integral del interior, que costó lo suyo. Después, y antes de poner a punto el motor, reparé el mando del embrague, que como en el Land Rover y algún otro vehículo antiguo, es mediante un sistema hidráulico. Ésto fue así porque el pedal estaba totalmente bloqueado y me parecía un tanto absurdo arrancarlo y no poder moverlo del lugar. A falta de mas pasta, compré un par de kits de juntas para la bomba y el bombín y quedó solucionado el problema.


Resuelto el tema del embrague, hice todo aquello que me pareció lógico hacer en un coche que llevaba tanto tiempo parado y que, la experiencia, ha ido aconsejando, a saber: vaciar el deposito de la gasolina, cambiar tubos de gasolina petrificados, comprobar el estado del eje de balancines, cambio de aceite, filtros, revisar el circuito de refrigeración, cambiar platinos, condensador... A pesar de todo, la inversión en piezas de recambio que llevo hecha en éste coche apenas llega a los ciento veinte euros, lo cual está muy bien todo hay que decirlo. Y así llego el día en que por fin arrancó.



La verdad que es una gran satisfacción cuando logras algo así, que una máquina que lleva años sin funcionar vuelve a la vida como si se hubiese parado antes de ayer. Ahora estoy pringado de lleno en los malditos frenos, cambiar todos los latiguillos (ya que se queda frenado), echar un vistazo a las zapatas y si todo va bien, después de la boda y con calma, intentar pasar la ITV, algo que este coche jamás ha hecho.

¡Ah! Se me olvidaba. El título de ésta entrada creo que es real como la vida misma. Hace poco conocí a un chico (gay) de Barcelona que también tiene un 1500 para reparar y coincidíamos en que, muy gay, no es este coche, mas bien al contrario. Es un coche fuertemente asociado al franquismo y, por lo poco que he podido indagar en foros por internet y demás, parece que sus propietarios actuales, en gran medida, también son bastante conservadores. Pero ya sabemos todos que, al final, los mas conservadores, siempre terminan siendo los peores, así que cuando vaya a una concentración de éstos coches ya os contaré si, como me figuro, hay dueños que pierden mas aceite que sus propios coches.


Son las dos y media de la madrugada, ya es Miércoles 5 de Junio. En Casarrubios tenemos una agradable temperatura de dieciséis grados, el cielo está despejado y se ven perfectamente las estrellas.

La cita

lunes, 3 de junio de 2013

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Corría el año 2000 cuando ocurrió la aventura que hoy os voy a contar y que muy pocos conocen. Yo entonces era un chaval con diecisiete años y una obsesión absoluta por los trenes, pero es algo que ahora mismo no viene al caso. Una de las cosas que mas me benefició en aquella época fue cambiar de instituto, parecía que le alejaba definitivamente de la gentuza que durante muchos años me utilizó de bufón y por fin podría dedicarme a lo mio sin mayores preocupaciones, aunque a decir verdad, ya en el instituto (3º y 4º de ESO) la cosa cambió muchísimo con respecto al calvario que viví en el colegio.

El caso, es que aquellas nuevas amistades y compañías (aunque algunos venían de mi clase del año anterior) entre otras cosas me descubrieron un nuevo panorama musical que, aunque no era desconocido para mi, si que "compartirlo" con alguien era cuanto menos mas entretenido. Yo llevaba ya dos o tres años escuchando cantautores, sobretodo a través de aquel programa "La Gramola" de M80 radio, por lo que Ismael Serrano o Tontxu no eran nombres desconocidos para mi. Lo que sí me resultaba novedoso era ir a conciertos, dado que hasta entonces nunca lo había hecho.

Yo por entonces me llevaba muy bien con mi amigo y compañero de clase Samuel, creo recordar que su nombre completo era Samuel Villena. Y con él fué con quien tuve mis primeros "pinitos" en conciertos. No sabría decir a ciencia cierta cual fue al primero al que acudí, pero sí que recuerdo que en aquella época de 4º de la Eso a Bachillerato fuimos a unos cuantos: El concierto solidario de los 40 principales (¿o Cadena 100?) en el antiguo Palacio de los Deportes con unos recién descubiertos "La Oreja de Van Gogh", y con Sabina y Celtas Cortos. También recuerdo haber ido al menos en dos ocasiones a los conciertos de la Plaza Mayor por las fiestas de San Isidro, así como a un cierre de temporada del Libertad 8 en cuyo escenario tocó, entre otros, Amaral...

El caso es que la aventura que hoy os voy a contar nos lleva nada mas y nada menos que a un Mitin de Izquierda Unida de cierre de campaña de aquellas nefastas elecciones del año 2000. Fué en la Casa de Campo, el 10 de Marzo de 2000 exactamente cuando nos encontrábamos los dos (creo que no nos acompañaba nadie mas) escuchando tocar a Ismael Serrano. Creo recordar que allí, entonces, tocó una canción para nosotros desconocida pero que sin duda nos dejó "marcados".

La canción, que podéis escuchar mas abajo, narra la historia de dos amigos que, durante una noche de parranda, se citan en el mismo lugar y a la misma hora transcurridos diez años. Como os podéis figurar, a imitación de la canción, nos citamos en el mismo lugar, diez años después, es decir, el 10 de Marzo de 2010.

Como la canción, el tiempo pasó deprisa, yo abandoné aquel instituto para hacer formación profesional, y poco a poco fuimos perdiendo la pista. Recuerdo una ocasión, transcurridos ya unos cuantos años de aquello (posiblemente fuese el 2005 o 2006) otro amigo del instituto, Mario, me invitó a una cena con antiguos compañeros de clase, y una de las cosas que mas me llamaron la atención es que, mientras yo llevaba trabajando bastante tiempo (desde 2002), los que estudiaban seguían enfrascados en la carrera, o el que menos después de intentar la universidad, hizo formación profesional y había empezado a trabajar recientemente. Pero a pesar de aquella ocasión, fui perdiendo poco a poco el contacto con aquella tropa, también hay que decir que yo trabajaba en Málaga, apenas subía a Fuenlabrada, etc...

Como os podéis figurar, a mi nuestra cita se me olvidó por completo, no por un día, o dos, o una semana... Tardé mas de un año en acordarme de aquella cita a la que me había comprometido diez años atrás. De Samuel, de Mario, de Juanjo, que eran los principales compañeros de clase con los que tuve contacto tiempo después de dejar el instituto, no volví a saber prácticamente nada, y desde luego desconozco si mi compañero de concierto de aquella noche acudió o no.

Y es que se enfrentan ciertos sentimientos al acordarte de aquellas personas que te acompañaron tantos años atrás. A veces, cuando voy a Fuenlabrada y paseo por mi barrio, por una parte me gustaría encontrarme con alguien de mi pasado por la calle: sé que no voy a decirle nada ni él a mi. Ni siquiera sé si reconocería a alguien o me reconocerían a mi. Fueron muchas las personas que me causaron verdaderos quebraderos de cabeza en el colegio y no me agradaría recordar aquello, aunque por otra parte tengo curiosidad por saber cómo han envejecido. En cambio con la gente con la que he compartido amistad en aquellos años, como los que he nombrado antes, incluso alguno mas, me agradaría saber que les va todo bien y cómo han pasado todo este tiempo, pero...