Portbou es historia

martes, 10 de marzo de 2015

 

Una de las novedades que no he contado en este periodo de ausencia es que mi periodo de exilio en Portbou, por fin, ha terminado. El 5 de Diciembre, con un tren entre Granollers y Portbou, terminé mis servicios en aquella residencia después de casi tres años (dos años y diez meses para ser exactos en Portbou, y tres años justos desde que entré en Renfe).

He de decir que éste tiempo ha pasado volando, lo cual no significa que no se me haya hecho pesado: por la distancia a mi casa, por la diferencia de cultura (que la hay), por la economía...


Un domingo cualquiera con los mercancías que por la noche inician su ruta hacia el sur ya preparados. 
Quién siga éste blog o me conozca sabrá de sobra que prefiero vivir en un pueblo a hacerlo en una ciudad. Ha sido así desde que dejé la casa de mis padres hace ya diez años, en 2005. Pero la experiencia de vivir en Portbou ciertamente ha sido bastante nefasta, es un lugar muerto, sin vida, a las siete de la tarde está todo cerrado y prácticamente nadie por la calle. Exceptuando el verano, claro, que sí hay mas actividad, pero no es nada para tirar cohetes. Suerte que al menos el internet llegaba decentemente, porque no sé que habría sido de mí tantos días y días aburridos esperando a que pasasen las horas para volver a ir a trabajar y así estar entretenido.


Del trabajo, como os podéis imaginar, no tengo queja alguna porque tengo la fortuna de pasármelo bien trabajando. He currado muchas noches, sí, pero ¡que voy a decir con lo noctámbulo que yo soy!. Además tuve unos buenos compañeros de piso que hicieron mucho mas llevadero estar lejos de casa y de tus amigos. Durante muchos meses tuve un buen entretenimiento con la reparación del 1500 que tenía guardado en un garaje de Figueres, y además el escarabajo que no pude darle un poco mas de uso y disfrute porque no había pasta para gasolina (principalmente).

Un día de temporal en invierno

Pero con el concurso de traslados de este año pasado, se cerró esta etapa. Hoy tampoco puedo verlo con una perspectiva muy distinta porque, aunque ya no esté en Portbou, estoy en Tarragona, que aunque está mas cerca de Madrid y es un terreno conocido desde hace muchos años, sigo estando lejos y creo que hasta que no vuelva a mi casa no podré valorar en condiciones esta etapa de mi vida que me está tocando vivir. Lo que sí tengo claro es lo mismo que escribí aquí hace tres años, cuando entré en Renfe: para atrás no volvería.

1 comentarios:

Evanggelos dijo...

¡Muy buenas! Hace ya años que sigo tu blog y creo que nunca he tenido el atrevimiento de comentar nada, pero esta entrada me ha hecho dar un respingo de la silla y ha removido cosas por dentro. Al igual que tu, un día decidí por trabajo dar un giro a mi vida y obligatoriamente vivir lejos de casa, de la familia y de los amigos. Se hace bastante cuesta arriba,pero siempre hay algo positivo a lo que puedes agarrarte: las personas, en esencia, son buenas (si no, imagino que el mundo estaría bastante peor de lo que está). Tampoco he perdido aún la fe en el ser humano, a pesar de que cuando veo las noticias por la mañana cada vez me cueste mas trabajo ser fiel a ese pensamiento.
En definitiva, todo este rollo es porque me he sentido muy muy identificado con tus palabras. Mi destino este año no es Portbou, pero está igual de apagado y muerto, sin posibilidad alguna de hacer nada a partir de las 5 de la tarde (si es que realmente hay algo interesante que hacer antes de esa hora), da la sensación de que la vida inteligente brilla por su ausencia en todos los sentidos. ¿La buena noticia? Que nada dura para siempre y ya mismo estoy con la maleta para otro sitio. Mientras tanto, intentando disfrutar del camino y aprender cosas sin obsesionarme en llegar al destino, porque al fin y al cabo ese camino es la vida ¿no? ¡Mucho ánimo y un saludo!