Hoy recupero un post que no llegué a publicar en su momento, y que a raiz de encontrar ésta canción me he decidido a recuperar. Data de Octubre de 2012, en pleno periodo de crisis conyugal, y denota cierta ira por los problemas que tuve con distinta gente por aquello de las notificaciones del WhatsApp.
Y es que el dichoso invento me trae mas de un quebradero de cabeza, y no solo a mí, por la cosa de que si los mensajes llegan, no llegan, son leídos, o no son leídos. Y eso que yo no tengo un teléfono ultramoderno, mi WhatsApp está en la tableta que me compré el año pasado, y que sólo enchufo de vez en cuando. Así que no me quiero ni imaginar lo que sería estar todo el día con un teléfono que cada dos minutos esta ring ring ring porque llegan mensajes de uno o de otro.
Lo que está claro, es que un chat no es el mejor medio para mandar mensajes importantes, por muy "gratis" que salga. Y desde luego, ese aparato no tiene ninguna manera de certificar que yo he leído un mensaje. Ese aparatito, en todo caso, puede decir si tengo la aplicación abierta, o no, y si el mensaje a llegado a mi teléfono, pero nunca si lo he leído o no.
La tecnología esta bien, pero que la gente llegue a utilizar éstos cacharros para controlar a las personas a mi me parece excesivo. De momento, sigo sin tener intención de cambiar de teléfono, y si lo hago, lo mas seguro es que no utilice éste tipo de aplicaciones porque, a mi al menos, no me termina de convencer que haya personal que se empeñe en controlar mi vida de ésta manera.
Ocho meses después he de decir que sigo sin haber cambiado de teléfono y, además, sin intención de hacerlo, aunque eso si, parece que ya todo el mundo se ha acostumbrado a que no haga ni puto caso a la aplicación cuando me mandan un mensaje y responda cuando encuentre el momento adecuado (que normalmente no es cuando me acaban de escribir. Lo siento, soy así...
domingo, 16 de junio de 2013
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