Final unilateral

martes, 23 de agosto de 2011

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Sentarse delante de esta pantalla de Blogger y comenzar a escribir, palabra por palabra, lo que quiero expresar, me cuesta cada vez mas, y no se porqué. Recuerdo la época "dorada" de éste blog en que casi escribia un post al día, cuando aún vivia en Campillos.

De aquello ha pasado mucho tiempo, pero en general, me doy cuenta de que ha pasado mucho tiempo de todo. No soy consciente de que estoy mas cerca de los treinta que de los veinte, aunque me sienta mucho mas identificado con los segundos. No se si es bueno, malo, o normal. Pero ocurre.

Me doy cuenta también de que el tiempo pasa cuando me junto con viejos amigos y hablamos de anécdotas y aventuras que parece que ocurrieron ayer pero que se remontan casi diez años atrás. En lo personal, en cambio, según cómo es cada uno parece que así le van las cosas. Hay quien sigue como si tuviera quince años, otros están centrados, otros descentrados, y hay quién incluso parece que ya tiene su vida "encarrilada" y con un rumbo mas o menos definido. Hasta ahora, siempre he pensado que he estado en éste último grupo pues, creo que no puedo quejarme: tengo un trabajo fijo, un sueldo mas o menos bueno (y estable), y mi propia casa.

¿Y lo que falta, qué? Buena pregunta. Desde hace tiempo (cuando vivia en Campillos) he disfrutado, y mucho, de mi estado de soltería. El hecho de no tener que dar explicación a nadie de lo que hago y de lo que dejo de hacer, si entro o si salgo, si voy o si vengo, es algo que no tiene precio. Tal vez entonces se instaló en mi subconsciente el hecho de que haya dejado de creer en la fidelidad de la pareja. Pero de éso no es de lo que pretendo hablar hoy.

Mi última relación, como ya he contado aquí, ha resultado ser muy extraña para mí. Lo primero porque en ningún momento he tenido claro qué es lo que queria. En segundo lugar, porque está a la vista mi traslado a Barcelona. Comenzar una relación sin saber muy bién cómo va a salir, teniendo que trasladarme en poco tiempo, me pareció siempre un sinsentido. Pero no he de negar que he estado muy agusto con él.

Mi amigo Borja de Bilbao, al contarle mi escepticismo e indecisión sobre éste tema, hizo un comentario al que aún le doy vueltas, por aquello de quedarme mas tranquilo conmigo mismo (uno siempre trata de buscar el porqué de las cosas, incluso de las que no están en mi mano). Me dijo que tendría que haber alguna razón mas para que yo estuviera indeciso, pues el hecho de mi traslado no parecía ser razón suficiente para tener esta indecisión. Y tiene mucha razón.

Me he planteado, dándole vueltas a ésto último, que con el anterior, Edu (el chico de Guatemala) lo pasé tan rematadamente mal durante semanas que por eso no me decidido a dejarme llevar. O que la falta de madurez del primero, y que compartieran la misma edad, me ha llevado a no confiar plenamente en él. Realmente, no lo sé, son muchas cosas y una sola realidad, la que hemos vivido, en la que sé que me han faltado cosas por decir, hacer y debatir.

Lo único que tengo claro es que todo esto, afectarme, me afecta. Porque no hay nada peor que la incertidumbre. Te preguntas porqué lleva dos semanas sin llamar y cuando tu llamas responde amablemente. Pero evidentemente la paciencia se termina. Me parece injusto terminar así algo que ha durado unos cuantos meses. Yo al menos no me quedo satisfecho, y le doy muchas vueltas a lo largo del dia. Prefiero un "necesito tiempo" o "ahi te quedas" que la incertidumbre. Una respuesta al menos. Tal vez lo que escribí en el epílogo del anterior post no estuviera bien expresado, y tengo la sensación de que por ahí viene todo, porque evidentemente, no lo se. Es algo que me recuerda mucho al final de Edu.

Hablando se entiende la gente, quién me conoce bién sabe que jamás me niego a hablar con nadie, y que normalmente lo que pienso lo digo. La sinceridad como bandera. Se ve que no ha sido recíproco porque, en éste caso, yo no hubiera elegido un final tan rematadamente malo.