Mi historia boluda (II)

lunes, 3 de mayo de 2010

 

Aquella noche, después de la cena, y con los protagonistas de la historia visiblemente perjudicados por la accion del alcohol, mi ligue argentino empezó una discursión conmigo que estuvo apuntito de terminar marchándome de aquel lugar y enviandole al garete. No sé porqué no lo hice, e incluso algún tiempo después me lo he preguntado porque posiblemente hubiera sido una muy buena opción. Todo vino porque él esperaba que yo le pidiese, le rogase o le suplicase que pasaramos la noche juntos, y a mi sinceramente era un factor que me daba exactamente igual, si se quería venir a mi casa bien, y si no, pues también. El plan alternativo era ir a una discoteca, cosa que no pensaba hacer, puesto que para meterme en un antro en un lugar desconocido y lejos de mi casa, preferia irme.

En aquel momento ridiculamente tenso, discutiendo sobre si quien queria o no queria dormir a compañado era él o yo, fué cuando me dí cuenta de que éste chaval tenía un problema grave, porque yo no terminaba de tener claro si con quien estaba discutiendo era con él o con el tequila o el whisky, y así se lo hice saber. Las chicas, por su parte, andaban enzarzadas en una discursión similar, porque en la susodicha discoteca al parecer estaba la ex de una de ellas que no podia ni ver a la otra y bla bla bla

Creo que fué el hecho de que llevaba mucho tiempo sin conocer a nadie y mucho tiempo sin esa sensación de "sentir cariño" lo que me llevo a seguir tonteando con ese chico, porque gustarme no es que me volviera loco, pero estaba bién. También puede ser que el acento argentino realmente tenga un algo irresistible que atrae hasta al mas común de los normales, no lo se. El caso es que aquella noche, al final, fuimos a mi casa, y dormimos juntos. Al despertarnos, echamos el único kiki de nuestra extraña relación, que, para que negarlo, no fué gran cosa aunque menos da una piedra. Recuerdo que tuve que llevarlo corriendo a su casa porque mis viejos venían camino de mi casa y, no era plan la verdad.

Desde aquella noche, se sucedieron muchos viajes a Aranjuez, llamadas, discursiones, besos y chupetones cual revolucionado adolescente en el asiento de atrás del coche o en su cama... Todo esto llevó (una vez mas, y no es ni la primera, ni la segunda, ni la tercera), a pesar de que ya le habia advertido, a que se enchochase conmigo y lógicamente esperase un "algo mas" de mí que yo no estaba por la labor de darle, porque sí que es cierto que nos lo pasamos bien, pero también es verdad que sus llamadas y discursiones (que tampoco fueron ni una ni dos ni tres) a altas horas de la madrugada, borracho y/o fumado (incluso en varias ocasiones, al dia siguiente, ni recordaba haber hablado conmigo), con el único afán de discutir una y otra vez sobre lo mismo, a mi me tenían frito.

Claro que para tanta discursión, tenía que haber una razón. Y esque...

(Seguirá...)

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