Huelgas generales, consultas populares, y otros menesteres

viernes, 16 de noviembre de 2012

 

Que duda cabe que vivimos una época de cambios, apreturas, movilizaciones, pero sobretodo hartazgo. Es evidente que estamos hartos de una clase política que nos ha tomado, nos toma, y nos va a seguir tomando el pelo descaradamente y sin impunidad ninguna, y cobijados bajo la excusa de que es lo necesario para el país, de que es algo temporal y de que la culpa es nuestra por haber vivido por encima de nuestras posibilidades.

Pero la gente, cuando se trata de ir a votar, o a manifestarse, o de expresar su rechazo a la política que nos está hundiendo en la miseria, parece no acordarse del trinque que los políticos han practicado, y sin duda alguna van a seguir practicando, a saber: adjudicaciones a sus propias empresas, infraestructuras, obras, servicios innecesarios, privatizaciones... Sueldos millonarios, pensiones vitalicias, indemnizaciones astronómicas, ¡la barra libre de dinero que no pare! Eso si, los impuestos que pagamos todos, por las nubes, el litro de gasolina, astronómico, y para colmo un despido casi gratuito para terminar de decorar la barra libre de neoliberalismo en la que se sienten tan agusto.




El colmo del pitorreo político que sufrimos, a mi modo de ver, se sufre aquí, en Cataluña, desde donde escribo, y donde os puedo jurar que jamás espero volver a trabajar en lo que me queda de vida (si las cosas siguen como están). Siempre me he considerado una persona abierta de mente, he vivido en muchos sitios y jamás me he considerado ni de aquí, ni de allí, ni considero tener patria alguna siquiera. Es mas, hasta ahora siempre había mostrado una simpatía hacia esta tierra que, sinceramente, se me ha ido evaporando a medida que los políticos han incitado a la gente a maltratar a todo aquel que no es catalán y que, para colmo, procede de alguna otra región del resto de España. Es evidente que no se puede generalizar porque siempre hay amigos, conocidos o personas anónimas que te tratan estupendamente, pero el aumento de la "confrontación" desde el venazo independentista del señor Mas, es algo que a mi particularmente me supera. Y no soy el único, porque podéis preguntar casos que a Miguel también le han ocurrido recientemente y van desde el mas absoluto ridículo al terreno de lo lamentable pasando inexorablemente por la imbecilidad.

No es mi propósito enumerar aquí, caso a caso, los numerosos reveses que he sufrido en los últimos meses por no ser catalán, mi idea está mas orientada a expresar mi hartura por hacerme a mi (y a los andaluces, y a los extremeños, y a los...) culpable de los problemas que hay aquí y que, sinceramente, ellos solitos se lo han buscado con tripartitos y chanchullos políticos varios.

Además, ya no es que el tema esté en los periódicos o en los medios (que nos acribillan todos los días erre que erre con lo mismo), es que han conseguido que sea un tema que, quieras o no, con cualquier persona que converses medianamente surje: en un bar, en una comida, esperando el autobús o el tren: todo el mundo está con lo mismo. Y la gente, que evidentemente está jodida porque los recortes aquí son de aupa, parece haber caído en el juego fácil de echar la culpa al resto de los males propios, y a mi, personalmente, ha llegado un punto en que me toca los cojones como se dice coloquialmente. Porque el colmo es que te llamen "españolista" por no estar de acuerdo con ellos, por defender el funcionamiento de la empresa que me da trabajo ("la española RENFE" hemos llegado a leer aquí) o por hablar en castellano y pedir al interlocutor que por favor te responda en castellano porque el catalán no lo entiendes. Así que, qué os puedo contar. Que le pase algo así a alguien que no se siente español, como es mi caso, podéis imaginar hasta que punto me hiere y me ha llegado a hartar, tanto como para desear escapar de este lugar cuanto antes.




Sí, como podéis deducir estoy harto, quemado, y cabreado. Y se juntan muchas cosas. Lo que ya he escrito arriba, por ejemplo. También llevo recluido sin bajar a mi casa a pasar unos cuantos días desde Septiembre, y cuando estoy tres o cuatro semanas seguidas aquí me empiezo a agobiar. Para rematarlo, hace unas horas hubiera escrito una entrada posiblemente bien distinta si no fuera porque, con Jordi, acabo de tener la enésima discursión (que sinceramente no esperaba), y porque también en este aspecto se me está acabando la paciencia. Los kilómetros que nos separan están haciendo mella en los últimos meses, y ni yo ni él tenemos la economía como para andar yendo y viniendo trescientos kilómetros todos los fines de semana. Desde que comenzaron las clases en septiembre las discursiones han aumentado exponencialmente, y yo no quiero quitarme ni un ápice de culpa: ciertamente estar así me desilusiona cada vez mas. Él tampoco parece llevarlo nada bien porque han sido dos las veces que ha intentado zanjar nuestro noviazgo y por suerte lo he podido contener y hacerle entrar en razón: nadie dijo que fuera fácil, y menos en estas circunstancias (porque él, también, tiene las suyas).

Pero, aunque lo de anoche no ha sido ni mucho menos tan grave como las veces anteriores, lo cierto es que en mi ha cundido totalmente el desánimo y no se qué hacer con lo nuestro. Porque si ya de por sí es duro tener que luchar contra tantos elementos (lejos de casa, voy muy muy justo a fin de mes, tengo el cinturón apretado a tope y sufro lo que no está escrito porque no puedo ni coger el coche, porque no me puedo permitir gastarme treinta o cuarenta euros en gasolina para dar un paseo por poner un ejemplo; mi cámara de fotos averiada, el ordenador a pedales, y para colmo no estoy contento con las situación aquí por lo que he contado antes), y mas a estas alturas, que me echen en cara que no pongo nada de mi parte por que nuestra relación salga adelante o que si no nos vemos mas a menudo es por mi culpa, es la puntilla que me faltaba para rematarlo.

Por eso no se que hacer, porque, si bien voy a rachas (suelo tener una semana buena y en la siguiente tres o cuatro días malos como hoy) mi estómago hierve cuando cada dos por tres me echa en cara si paso de él, si no voy a verle, o si no le hago caso, cuando el que necesita mimos y cariño soy yo, que estoy jodido, sin prácticamente poder salir de casa porque no me puedo permitir el lujo de gastar mas de lo que tengo, que estoy lejos de mi casa, mi gente, mi familia, mis amigos, mi mascota... Entonces, ¿qué hago ante tal comportamiento egoísta? Reconozco que hay cosas que he hecho mal pero... ¿me compensa estar así? ¿Y a él? Ahora mismo, no lo se. Llevo más de una hora escribiendo y estoy agotado. Sólo se que no tenía que haber dejado que llegasemos a este punto, y que tenía que haberlo solucionado mucho antes, pero hacía tanto tanto tiempo que no estaba con alguien (y bien), que creo que lo que me ha llevado a permitir que se deteriorara tanto lo nuestro solo tiene un nombre: miedo.

1 comentarios:

Jordi Piferrer dijo...

Iba a escribir una entrada pero parece que me quitaste del blog...

Yo también tengo miedo de perderte, y llevaba mucho tiempo sin estar con nadie en una relación seria(hace 2 o 3 años con una chica y ya).

Me duele leer todo esto, pero es la verdad, no tenemos más culpables que nosotros mismos, y he pensado demasiado para mi, para tí, somos muy distintos y ha veces tu forma de ver las cosas choca con la mia, y veo prioridades tuyas que para mi no lo son, y al revés, cosas importantes para mi que a tí te importan una *****.

Soy díficil de entender, y tu también. Intenté cortar varias veces, y tu lo impediste, cosa que además me habría arrepentido muchísimo, pero ver ahora que eres tu quién quiere acabar con esto me demola.

Tu dices que aparte de quererse ha de funcionar. Yo nose si tu crees que esto va a funcionar pero yo creo que si.
Siento haber sido tan gilipollas, aunque esto ya no arregla nada, porque he sentido tanto ser gilipollas, mierda, escoria lo que sea que ya no tiene valor, pero antes de llegar a este punto, si estoy ciego, dime que necesitas y yo te lo dare, porque si fuera por mi, te regalaría el mundo.

No quiero a nadie más que a ti, y leer estos post me asusta mucho, tiemblo por dentro y me derrumbo.

Yo también tengo miedo de perderte, sabes?.