España profunda

viernes, 4 de diciembre de 2009

 

Continuando con mi viajecito, cogí la Nacional en Alcolea del Pinar. A partir de éste punto, hasta Alcañiz, el recorrido era desconocido para mí, y por tanto no sabía qué me podía deparar: si muchos pueblos, o por el contrario el desierto, si habrían muchos puertos que subir y bajar, etc... Lo primero que me sorprendió es que, dicho coloquialmente, por aquella carretera no circulaba ni el Tato. No llevaba ni tres minutos andando por aquella carretera cuando ví un par de sitios donde podía sacar un par de fotos chulas a la furgo, pero preferí ser un poco mas selectivo, porque uno empieza así y termina parando cada dos kilómetros, y aún quedaba muchísimo camino que recorrer.

Poco a poco empiezo a ver un auténtico bosque de molinos de viento. Hay cientos de ellos y absolutamente todo están funcionando, a pesar de que a pié de carretera mucho viento no hace. Atravieso un pueblo llamado Maranchón y poco después veo el punto ideal para cascar una foto a la Siata junto a los molinos de viento.



Tras diez minutos de paradita para estirar las piernas, sigo camino. Un poco mas adelante encuentro un control policial en el que tienen parada a una furgoneta que me había adelantado poco antes. A mi me dejan continuar, no sin antes restregarse los ojos una Agente al ver semejante trasto circulando. A los minutos, la misma furgoneta me vuelve a adelantar y ya desaparece de mi vista. Paso Molina de Aragón, pueblo que tiene aspecto de ser bastante turístico y que bién merecerá una visita. Continúo mientras me adelanta algún coche de vez en cuando, incluso algún camión, y entro en la provincia de Teruel muy cerca ya de Monreal del Campo.

Aqui la carretera hace un pequeño quiebro, subo unos kilómetros dirección Zaragoza, y en Caminreal vuelvo a girar hacia el Mediterráneo. El depósito anda por un cuarto, es la una y algo de la tarde, y todo va sobre ruedas. Si antes habían pocos coches, ahora hay menos aún, y me sorprende tanto la escena que me paro en medio de la carretera en una larga recta donde puedo ver que no viene ningún coche. Hago un par de fotos para inmortalizar la curiosa escena.



El siguiente objetivo es Montalbán. Alli pararé a echar gasolina y si encuentro alguna panadería abieta, compraré pan, que es el complemento que le falta a mi super-tortilla de patatas que me preparé la noche anterior. No caí en la cuenta de haber comprado pan antes y al final se me hace tarde.

La ruta sigue sin muchos sobresaltos hasta Montalbán, otro pueblo que parece bastante turístico. A ojo calculo que estoy mas o menos en la mitad de mi recorrido. Paro en la gasolinera, y mientras bajo y rodeo la furgo para abirle la tapa del depósito, aparece por la calle una mujer mayor que bién podría ser mi abuela. Va vestida con una tipica chaquetilla de punto y en su mano lleva una bolsa de la compra, de aquellas antiguas de hilo de plástico duro.

- Ya tiene dias la furgoneta, ya
- Pues si, cuarenta años acaba de hacer
- Si que hacía que no veía yo ninguna. ¿Cuanto le echamos?
- Lo vamos a llenar.

Me deja alucinando la abuela-gasoliera. Me explica que se iba a casa a preparar la comida y que, como vive enfrente, si aparece algun coche (que parece que no es habitual, añado), sale y le sirve. Pago con tarjeta, pasa también los puntos, y tras verificar que, en efecto, a las dos de la tarde no hay pan en ningún sitio del pueblo, avanzo unos kilómetros hasta encontrar un punto de descanso para el almuerzo. Y en el próximo capítulo, más.

2 comentarios:

Miguel dijo...

La segunda foto da algo de yu-yu... La furgo sola, ahí, en medio de ná de ná... parece que anda sin conductor. Perfecta para Cuarto Milenio.

Adrianos dijo...

ja ja estaba pensando lo mismo... "Siata-fantasma" :-)
y me ha entrado hambre con esa tortilla...