El viento nos llevará

domingo, 19 de mayo de 2013

 

Ayer a la llegada de mi viaje a Barcelona no publiqué, no por falta de tiempo, sino porque me parecía exagerado publicar dos entradas en un mismo día, así que me dí un descanso.

Lo cierto es que anoche cuando llegué de trabajar, me encontré con que algún hijo de perra ha golpeado con la bola de remolque el parachoques mi escarabajo, abollando el tubo del parachoques "USA" y dejándolo inservible. Tuve que desmontarlo como pude, porque tal y como lo dejó no podía ni abrir el capó. Evidentemente ni ha dejado nota ni nada, pero desde luego que el porrazo que se pegó tuvo que ser bueno para dejar la barra tal y como la dejó. Ésto empañó un poco la tarde, ya que me avisaron por teléfono de que una de mis furgonetas va a participar en un rodaje de una película, de lo cual tendréis puntual información cuando llegue el momento.

Como os podéis figurar anoche estaba "on fire", porque un parachoques nuevo vale cerca de trescientos euros que no tengo. Intentaré buscar de segunda mano alguna barra y así me evito tener que cambiar todo pero a saber... Además, ya es casualidad que ésto ocurra justo antes de la concentración a la que tenía pensado asistir, como así hice.

El mio quedó aparcado siendo el primer pre-67 de la tremenda fila de coches situados en el paseo marítimo. Se puede ver la falta de la barra del parachoques USA que algún hijo de perra me ha destrozado. 
Aunque la economía no la tengo para tirar cohetes, procuro al menos una vez al mes intentar hacer una salida o un paseo, o algun tipo de actividad con el escarabajo, o con alguno de los coches que tengo en mi casa, porque todos a la vez es inasumible actualmente. El caso, que la concentración a la que he ido es el conocido como "Classic Catalan" en Sainte Marie la Mer, un pequeño pueblo costero mas o menos a la altura de Perpiñán. Allí me presenté con mi pobre escarabajo con su parachoques desmembrado. Y la verdad que me sorprendió muy gratamente por muchos detalles: la perfecta organización, lo perfectamente delimitados que estaban los espacios para colocar los coches y furgonetas: escarabajos hasta 1967 por un lado, posteriores por otro, Karmann Ghia por otro, etc... Además, el precio era bastante ajustado para incluir cafe, una bebida a media mañana, aperitivo por la tarde, y la cena además del típico dorsal y programa presente en este tipo de concentraciones: sólo diez euros. Y si te quedabas el domingo esos diez euros también incluían café y aperitivo del domingo.

Tremenda colección de "culitos" de T1
Pero sin duda lo mas llamativo para mi fué la tremenda ruta turística que había planificada hasta un pueblo abandonado a casi cuarenta y cinco kilómetros adentro. Yo pensaba que se trataba de un paseo por las calles del pueblo, o en todo caso los alrededores, pero no que entre ida y vuelta se recorrerían casi noventa kilómetros.

Otro aspecto a destacar es que todos los papeles para la inscripción, así como el "Road Book" estaban escritos en castellano para los que no hablaban francés, que en este caso no fuimos muchos. En el Road Book, y a modo de concurso, se incluían una serie de preguntas sobre el trayecto que, en mi caso, al ir solo, fué bastante dificil completar porque entre conducir, mirar la ruta, mirar las preguntas, y escribir las respuestas... ¡no todo es posible! Sorprendentemente, y aunque salí de entre los 30 primeros uno de los últimos, fuí el segundo en llegar al pueblo abandonado, donde nos dieron un pequeño refrigerio, entregamos el cuestionario de la ruta y después regresamos en caravana hacia Sainte Marie.

La carretera que conducía al pueblo abandonado era digna de película de los años 60. Esta carretera subía y subía hasta el pico mas alto que se ve en la foto, que era un antiguo castillo. 
La verdad que fué una jornada magnifica que me hizo "reencontrarme" con la satisfacción que dan este tipo de actividades, sobretodo del mundo de los Volkswagen que tiene una gran repercusión en algunos sitios... que no son España (generalmente).

Es Domingo, diecinueve de Mayo de 2013, el reloj marca la una y cuarto de la madrugada, en Portbou está el cielo despejado y disfrutamos de una temperatura exterior de quince grados.

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