Todo lo que nunca hice bien

lunes, 13 de mayo de 2013

 

Tras estos dos meses y medio de abandono del blog, lo retomo de nuevo con el firme propósito de actualizar casi a diario (en serio).

En todas estas semanas han ocurrido cosas interesantes, y otras que carecen de importancia. Haciendo un rápido resumen, tras un par de altibajos mi amistad con Jordi parece haber quedado definitivamente normalizada, creo que he sido capaz de demostrarle lo importante que ha sido para mí y el aprecio que le tengo a pesar de que nuestra relación haya finalizado. Sé que está ahí para lo que necesite y de la misma manera él puede contar conmigo para lo que haga falta.

En otro orden de cosas, en el mes de Marzo pude hacer una pequeña escapada (asequible, porque no está el horno para bollos) a Lérida, tal y como hice el año pasado con Miguel y Pol. En esta ocasión el plan varió sustancialmente respecto al del año anterior, ya que en lugar de chuparme una pechá de kilómetros con el Volkswagen a través del "Eje Transversal", me fuí hasta Zaragoza en AVE para, desde allí, regresar a Lérida a bordo de un tren histórico fletado desde Madrid servido por la única unidad 440 original que se encuentra preservada. A pesar de que no profeso demasiada admiración por la entidad que conserva dicho tren (por razones que no vienen al caso), he de decir que fué un trayecto de lo mas agradable y hay que reconocer lo meritorio del trabajo de conservación y mantenimiento que hacen en dicha unidad.

El menda lerenda una vez llegados a Lérida. Camiseta corporativa de nuestra asociación AREMAF of course. (www.aremaf.com)

Una vez allí estuve acompañado de algunos amigos y compañeros como Mario, un maquinista recién aprobado, Gloria, maquinista de Cercanías de Barcelona como Miguel, o Nacho, mi compañero de piso que es tan friki o más que yo de los trenes. Hay que añadir que en el viaje desde Zaragoza ya me acompañaban mi amigo Antonio, que vino desde Madrid con su cuadrilla de amigos de su Asociación, y Alejandro, el chico amigo de Iñaki del que hablé en la anterior entrada. Éste se quedaría conmigo el fin de semana y aprovechamos para dar un paseo con el Volkswagen hasta Perpiñán y regreso por La Jonquera.

Al regreso de Perpiñán paramos en Figueres para enseñarle el 1500 a Alejando. Ah, ¿que no he contado la historia de ese 1500? Pues ya tengo tema de que escribir otro dia

Después de aquel fin de semana lo cierto es que todo transcurrió sin mucha novedad. La semana santa la pasé sin pena ni gloria trabajando, para mas inri de reserva (sin hacer prácticamente nada) y en turno de 22:00 a 6:00, y las siguientes semanas entre viajes de trabajo, y la importante limitación que tengo de movilidad por no tener un puto duro, me ha impedido tener un poquito de vida social.

Lo cierto es que me resulta bastante frustrante tener la frontera a sólo un par de kilómetros de casa y no poder explorar mas allá (o incluso mas acá pero hacia el sur) por el tema económico, pero es la época que me ha tocado vivir y no se puede hacer otra cosa, hay que apretarse el cinturón.

Para el capítulo de mañana dejaré pendiente de contar los días que he pasado en casa, que han sido muy productivos en cuanto al ámbito automovilístico se refiere, y que por su extensión es digno de ser publicado en otro post.

Es Lunes, trece de Mayo, son las doce menos diez de la noche, el cielo está despejado y la temperatura exterior en Portbou es de catorce grados.

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