La cura al sindrome post-vacacional: Ponga un yogurin en su vida (o en su cama)

miércoles, 25 de agosto de 2010

 

Vaya tela. Ya se me han acabado las vacaciones, se acabaron los dias de relax y despreocupación, de no mirar el reloj y de dedicarme a mi mismo sin preocuparme de nada mas. Así que vuelta a la actividad diaria, trenes para allá y trenes para acá.

Aún así he de decir que ésta vuelta a la rutina está siendo bastante "light", porque antes de empezar a pasar dias fuera de casa, he podido aprovechar un par de jornadas a mis cochecillos, que falta le hacían. Con el 127 he seguido cambiando los rodamientos delanteros, uno de los cuales me ha dado bastante quebraderos de cabeza, y también he seguido haciendo cosillas a la Siata blanca, que está en plenos trabajos de chapa (con grandes dudas, porque es la primera vez que hago éste tipo de cosas, pero hay que lanzarse).

Por otro lado, estamos de obras en casa. Y digo estamos, porque aunque vivo solo, el responsable de las obras es mi padre, que me está ahorrando un dineral en albañiles, fontaneros y pintores. Hace tiempo que quería poner unas fotillos de como ha ido evolucionando mi casa desde que la compré hace ya dos años hasta ahora, pero creo que será mejor que os lo enseñe cuando esté medianamente "acabado".

Tener a mis padres metidos en mi casa casi todos los fines de semana, o éstos dias de vacaciones como es el caso, me supone un pequeño problema a la hora de "mojar", aunque es verdad que cuando tengo algún plan, les digo que no vengan ese fin de semana y solucionado, pero éstos dias de vacaciones es distinto. Y aunque, desde hace mucho tiempo (tanto como el que llevo viviendo aquí) que he perdido esa costumbre (¿buena? ¿mala?) por quedar con gente nueva para hacer guarreridas sexuales, éstos dias, vaya usted a saber porqué, estoy con las hormonas revolucionadas, y ando a la caza de algún yogurin con ganas de marcha. Lo que pasa es que, de un tiempo a ésta parte, hablar de yogurines me dá un poco de cosa, tal vez porque me veo ya un poco mayor para andar detrás de jovenzuelos que apenas llegan a los veinte años. Y es que, el otro dia me preguntaba alguien por el mesenger, que porqué me gustan los yogurines y no los madurines, y ciertamente, no lo sé: unos me ponen y los otros no, es así de fácil. No es, por lo menos para mí, una cuestión de que se dejen manejar, como alguna vez alguien me ha dicho, en mi caso es que los tios mayores que yo, no me ponen. Y de hecho, las dos únicas veces que he hecho guarradas con alguien mayor que yo, no lo he pasado bien.

El caso, es que ya he estado hablando con algun chaval (que por cierto, cómo andan de salidos todos) y espero, por fin, echar un casquete el próximo fin de semana, porque el cuerpo y la mente me lo piden, y porque, ya que no he pillado cacho en las vacaciones, tendré que hacerlo ahora.

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