Rumbo al sur

viernes, 13 de agosto de 2010

 

Ya he llegado a Málaga, a la casa de mis abuelos, y la verdad que las primeras impresiones no es que me resulten muy reconfortantes. Lo único bueno que creo que puedo indicar es que, ayer por fin, me dieron el coche, que se ha tirado en el taller un mes entero porque, rematando todo ésto que me viene sucediendo, me pegué un leñazo con él, afortunadamente sin consecuencias pero que bien podia haberme mandado al otro barrio o a sus puertas.

Así que, con mi flamante coche con todo el frontal recien pintado (y montado), me he venido para acá en un viaje que, si bien no se me ha dado mal, cinco horas exactas de conducción para 525 kilómetros, no ha terminado de convencerme del todo, porque como creo que comenté ayer, alguno de esos amigos que pretendía ver no están o no quieren estar.

Uno de los que no está es Victor, cuya historia llevo queriendo contar bastante tiempo pero con todo ésto no he tenido ni tiempo ni tampoco muchas ganas de escribir. Y es que, si mi vida está llena de casuales coincidencias, la historia de éste muchacho es una prueba de ello. El mismo dia que escribí ésta entrada hace unos meses, al dia siguiente de morir mi abuelo, al abrir el correo electrónico encontré un mensaje de bakala.org sobre que me habían dejado un mensaje privado, y fué una historia un poco calcada a la de mi amigo Borja de Bilbao (un saludito desde la otra punta del pais), alguien me escribía desde otro perfil hablando de los coches que salen en alguna de las fotos de mi perfil (porque, si, soy así de rarito y subí fotos mías con mis trastos). El caso es que, en el mensaje, decía que le gustaban mucho mis coches y tal, y que él también tenia unos cuantos, o algo asi. Y cuando ví su perfil, la verdad, era un muchacho super mono, rubito, pelo corto, abdominales marcados pero sin llegar a ser un rallador de pan, y yo que se, un primor de chaval. Pero, ¿donde vivia tan interesante pretendiente? Pues en zona geográfica ponía Málaga, Axarquía y Vélez Málaga, es decir, donde estaba yo en aquel momento, y estoy ahora. Así que, le respondí que estaba por aqui pero que me iría en breve y que, si queria quedar un rato para charlar, pues me escribiera, incluso creo que le dí mi número de teléfono, algo que no acostumbro a hacer.

No se si pasaron un dia o dos cuando yo me encontraba en el cine, visto que me invadía un aburrimiento de lo mas soporífero, cuando he aqui que mi apuesto príncipe azul llamó a mi teléfono. Como era el único en la sala, le contesté y le dije que estaba en el cine, que luego le llamaría, como así hice. Cuando acabó la película, le llamé y quedamos pasado un rato cerca de su casa, que a su vez estaba muy cerca del cine donde yo me encontraba. El caso es que allí se presentó con un fabuloso Ford Capri rojo que a mi ya me dejó flipando en colores. Nos presentamos y me llevó al paseo marítimo, donde tomamos algo mientras charlamos contándonos nuestras correspondientes batallitas.

Recuerdo que al final charlando, charlando, se nos hizo bastante tarde, y me llamó mi madre y mi abuela para preguntar por dónde éstaba, ya que habia salido para un ratito y el reloj marcaba poco menos de la medianoche. Me inventé que había estado con amigos de Málaga y, enseguida, nos despedimos ámbos emplazándonos para una cita posterior cuando fuese posible (y diría que con ganas de algo mas que palabras, pero habíendo ido de entierro, no creo que fuese lo mas ético).

El caso es que desde entonces hemos charlado bastantes veces, pero ha coincidido que, justo que ahora yo estoy aquí, el no lo está, y a mí lo que me hace falta es que me dé el aire un poquito y cambiar de aires, en lugar de encerrarme en éstas cuatro paredes que sólo me traen recuerdos de la infancia con mi familia. Así que no sé muy bien qué planearé para éstos tres dias que me quedan pero espero que sea algo productivo, porque de no ser así, no sé para qué me habré chupado ésta pechá de kilómetros.

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